Editorial

  • Dr. C. Eduardo Julio López Bastida Universidad de Cienfuegos

Resumen

El documento final de la cumbre de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible después de 2015, bajo el lema “Transformar nuestro mundo” se trazó los siguientes objetivos para el 2030.

Para las personas: Estamos decididos a poner fin a la pobreza y el hambre en todas sus formas y dimensiones, y a velar por que todos los seres humanos puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un medio ambiente saludable.

Para el planeta: Estamos decididos a proteger el planeta contra la degradación, incluso mediante el consumo y la producción sostenibles, la gestión sostenible de sus recursos naturales y medidas urgentes para hacer frente al cambio climático, de manera que pueda satisfacer las necesidades de las generaciones presentes y futuras.

Para alcanzar la prosperidad: Estamos decididos a velar por que todos los seres humanos puedan disfrutar de una vida próspera y plena, y por qué el progreso económico, social y tecnológico se produzca en armonía con la naturaleza.

Para alcanzar la paz: Estamos decididos a propiciar sociedades pacíficas, justas e inclusivas que estén libres del te-mor y la violencia. El desarrollo sostenible no es posible sin la paz, ni la paz puede existir sin el desarrollo sostenible.

Para las alianzas: Estamos decididos a movilizar los medios necesarios para implementar esta Agenda mediante una Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible revitalizada, que se base en un espíritu de mayor solidaridad mundial y se centre particularmente en las necesidades de los más pobres y vulnerables, con la colaboración de todos los países, todas las partes interesadas y todas las personas. Sin embargo, el logro de estos objetivo es más complejo de lo que se viene planteando en el debate mediático actual, tanto científico como político. Se necesita en la sociedad una profunda reflexión de carácter ético para entender nuestro sentido del tiempo, nuestro sentido de la vida, los cuales definen, en última instancia, el rumbo de la política y la ciencia, aunque muchos no lo quieran ver. Coincidimos con Morín en su libro “Método. Ética” cuando plantea: “La ausencia de control, político y ético, en los desarrollos de la tecnociencia revela la tragedia mayor que permite la disyunción entre ciencia, política y ética. Entre ciencia y política, la ética es residual, marginada, impotente. La ética esta desarma entre la ciencia amoral y la política a menudo inmoral”. Si queremos cambiar estas situaciones tenemos que empezar por cambiar nosotros manera mismo. Esto requiere correcciones básicas en nuestros valores, virtudes, comportamientos y actitudes, en busca de proyectos de país y no de poder. La ética vincula y armoniza los elementos cognitivos, axiológicos, deontológicos, prescriptivos y formativos al facilitar la integración, fundamentación, prescripción e enseñanza de los enlaces fundamentales entre todos ellos.

Las soluciones científico-técnicas, así como las políticas de sostenibilidad y su interacción, someten a revisión algunas de las nociones sobre las que han descansado la base organizativa y la gobernabilidad de la sociedad moderna, lo que requiere formas emergentes y nuevas de ser-hacer-estar-relacionarse, como acción socio-ética-política-cultural. Se necesita permanentemente aprender, desaprender y reaprender diversas formas, modos y condiciones de negociar, conjugar y asociar los discordantes valores, sentimientos y percepciones individuales desde una visión de sociedad, lo que necesita de un diálogo ético, que combine la razón y la pasión. Corresponde a las universidades el papel de llegar a consensos académicos sobre la implantación de una nueva ética de la sostenibilidad que tenga las siguientes características.

• Una ética global y holista en constante construcción social e histórica: al reconocer la interdependencia entre todos los seres y lugares del planeta, de manera que pueden abordarse los conflictos integralmente, a pesar de reconocer la existencia de problemas locales, territoriales y globales. Apremia pues el rescate de la bioética como respuesta de la ética a las demandas de relacionar el hombre y la naturaleza, lo cual fue planteado, desde sus ideas iníciales, por el creador del concepto, Van Rensselaer Potter, en su libro “Bioethics: bridge to the future” al definirla como la ética global que busca la sabiduría para la especie humana.

Al respeto escribió: “La bioética debería ser vista como un enfoque cibernético de la búsqueda constante de la sabiduría, la que yo he defendido como el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia humana y para mejorar la condición humana”.

• Una ética biocentrista que nos proporciona cultura de vida: al partir de la consideración de que todos los seres vivos tienen derecho a existir o coexistir con nosotros por igual y respetando el futuro de las nuevas generaciones. La vida implica servicio y solidaridad, con independencia de la valoración humana; la naturaleza, tiene que ser res- petada por derecho propio. Debe cambiar el papel del homosapien, de conquistador de la naturaleza a un simple miembro y ciudadano de ella; ello supone que este vea la tierra como su único hogar, que tiene que cuidar y con- servar cultivando virtudes, valores y sentimientos de respeto a toda lo creado. La naturaleza es valiosa en sí misma, de ahí que el principio precautorio deba prevalecer sobre la aventurera arriesgada de no tomar providencias ante los peligros ambientales y sociales a los que se enfrenta el mundo presente.

• Una ética de respeto a todos los saberes conectados armónicamente con la ciencia y la técnica: al admitir los límites de la tecnología, suplantando la eficiencia de su razón utilitaria por los valores humanos. Se deben acatar, desde todos los saberes, el diálogo abierto y la humildad cognoscitiva, lo cual supone que los paradigmas de una disciplina y un entorno sociocultural no bastan a los políticos, ni científicos para hacer frente a los problemas del presente. Al respecto en su “Ética Global”, Potter expresara: “Urge una humildad en la que admitamos que ninguno de nosotros conoce como debe proceder la sociedad, una humildad que nos haga escuchar para utilizar las ideas de otros, y final- mente una humildad que no sea una mera máscara para alcanzar la incompetencia, sino que nos permita establecer la medida de la competencia para sobrepasar las fronteras de las disciplinas, criticar y ser criticados, y para modificar nuestras amadas perspectivas personales mediante el trabajo en grupo interdisciplinarios”. 

• Una ética de la responsabilidad ante la vida, la historia y uno mismo: lo que implica comprender que esta responsabilidad deviene porque el ser humano es el único que actúa sobre la naturaleza para transformarla y se beneficia de ella. Pero ella no debe basarse en el paradigma de la protección ambiental general, que considera a todos igualmente responsables por el consumo de recursos naturales y la destrucción de la naturaleza, sino en la justicia climática que plantea que si bien los impactos del cambio climático influyen sobre todos, la intensidad de las afectaciones y la capacidad de los individuos para manejar sus consecuencias son muy diferentes. En 1936 Antoine de Saint-Exupéry, en un artículo titulado “Dar un sentido a la vida” afirma: “el ser humano no se realiza sino junto con otros seres humanos en el amor y en la amistad. Sin embargo los seres humanos no se unen sólo aproximándose unos a otros, sino fundiéndose en la misma divinidad. En un mundo hecho desierto, tenemos sed de encontrar compañeros con los cuales con dividir el pan”. La educación debe formar un hombre responsable, que reflexione críticamente a partir de sus propias experiencias y formas de vida, al tener en cuenta la fraternidad en sus ideas en relación con su entorno.

• Ser una ética que reconoce que las relaciones del hombre con la naturaleza como dialécticas, sistémicas y complejas: lo que lleva consigo que las decisiones a tomar son difíciles y deben buscar la manera de armonizar y jerarquizar la gran cantidad de interacciones entre elementos, acciones o individuos, al introducir términos nuevos y fundamentales en la concepción de la vida como: interconectividad, relaciones, unidad, borrosidad del conocimiento, no linealidad, auto-organización, entre otras. Para alcanzar esta nueva ética se requiere ante todo un cambio de mentalidades, que tenga como ejes medulares los procesos de transformación social y democracia radical, protagónica y significativa; esto permitirá asumir con libertad e igualdad, la soluciones que emerge de una conversión ética-humana-política-tecnológica-científica profunda del pensar sobre la naturaleza y el ser humano. Las soluciones definitivas pasan por un dialogo académico que ayude a minimizar toda una serie de obstáculos ecológicos, sociales, del conocimiento, educativos, económicos, espirituales y políticos y nos ayuden a resolver los conflictos entre desarrollo-subdesarrollo, egoísmo-solidaridad, presión-respuesta, desigualdad-igualdad, dominación- libertad, despilfarro-austeridad, crecimiento-decrecimiento, desequilibrio-equilibrio, destrucción-conservación. Las universidades cubanas están abiertas a este dialogo con todos los países independiente su sistema social. Esto requiere de encontrar soluciones tanto prácticas como teóricas que influyan en las capacidades educativas, divulgativas, organizativas, e investigativas con vista a lograr una alfabetización publica para lograr un ser humano que busque con prudencia y templanza la sostenibilidad y no el consumismo ¿Sea esto una utopía? Si lo fuera esto nos permitirá suministrar funciones orientadoras, valorativas, críticas y esperanzadoras que permitan unir, organizar y movilización a todas las clases progresistas, en un cruzada conjunta de sentidos, sentimientos, dones y esperanzas, que nos suministre una obligación moral para no darse por vencido y que podría torcer el camino hacia un futuro más prometedor. Nuestra revista Universidad y Sociedad está en la mejor disposición de abrir sus páginas a este diálogo a partir del concepto de Revolución que no legara nuestro líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro cuando expresó: “Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.

Publicado
2017-04-11
Cómo citar
López Bastida, D. C. E. J. (2017). Editorial. Universidad Y Sociedad, 9(2), 5-7. Recuperado a partir de https://rus.ucf.edu.cu/index.php/rus/article/view/540

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